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Contexto madre de la situación: Ya que tanto suele agitarse el sambenito de los niños y jóvenes "que serán el futuro", ¿qué será de nuestras sociedades y qué límites pueden llegar a tocar las instituciones democráticas cuando esos jóvenes tan distanciados del Estado hoy son adultos? ¿Qué legitimidad tienen nuestras instituciones? ¿Qué sustentabilidad? ¿Qué vacíos se están generando? ¿En qué modelos de superación de este vacío deberíamos pensar? Aquellas sociedades que tienden a pensar a la juventud como el futuro, y decirlo hasta con alegría, suelen ser las sociedades con un peor futuro. (Donde los jóvenes de hoy, serán protagonistas principales, después que cumplan los 60 años y sus antecesores 85) Hace tiempo que muchos coincidimos en una reflexión: la implantación de modelos neoliberales salvajes que ayudaron a endeudar el Estado y a desintegrar devastar nuestra educación, implantando la privatización de la enseñanza como canje de deuda, explica en muy buena medida este distanciamiento entre Estado democrático y sociedad. La escuela neoliberal es amoral, porque no funciona guiado por la virtud, el desinterés o la generosidad. Funciona basado en el interés, en el egoísmo promueve una mentalidad competitiva para crear la lógica del ganador, en la cual la interactuación del hombre con la sociedad está guiada por su interés personal, persiguiendo un máximo de satisfacción, determinado por sus propios fines y sin tener en cuenta el resto de la sociedad o bien aprovecharse de ella. La economía de mercado, sirve para crear riqueza y es la más eficaz para hacerlo, pero no construye ciudadanía, porque, por definición, el mercado significa sólo lo que se compra y lo que se vende. Y en una sociedad no todo está en venta.
Así como está claro que no existe un único universo homogéneo de "jóvenes", del mismo modo lo que debemos hacer con y para nuestros jóvenes está muy lejos de agotarse en la aplicación de un puñado de actividades culturales o recreativas. De lo que se trata es de desplegar poderosas ofensivas de educación social complementaria, desarrollando la autosuficiencia para las necesidades elementales, de recreación de vínculos, de sentidos de pertenencia y de potenciación creativa por las capacidades actuales sin desplegar en todos los ámbitos vinculados a la niñez y juventud. Esas poderosas ofensivas educativas, necesariamente deben encararse con la actuación transversal y sinérgica con una muy fuerte articulación con todos los actores de la propia sociedad desde cada barrio o centro poblado.
Las juventudes de nuestros países conforman parte esencial de los grupos más afectados por los problemas de distribución del ingreso. El desempleo y el subempleo juvenil duplican y hasta llegan a triplicar los índices que padecen las poblaciones adultas. Ante semejantes realidades, se hace más que difícil pensar en proyectos de vida, de desarrollo profesional, en integración laboral o cultural, en la formación de una familia, en acceso a los consumos mínimos e indispensables, la salud o determinados bienes culturales. Cómo negar entonces la relevancia de la acción conjunta de los educadores por el Desarrollo Humano Sustentable.- Los jóvenes son ahora el hoy. Son ahora sujetos plenos de derechos, al igual que cualquier otro miembro de nuestra comunidad. Por lo tanto, las acciones y las respuestas que debe dar la educación se necesitan ahora, no podemos desperdiciar la oportunidad que merecemos de discutir e implementar una educación social complementaria, y no dejar a nuestra juventud a merced de la educación para el mercado, competitiva y desintegradora de valores éticos y morales. Donde el objetivo es, la libre competencia y acumulación de riquezas sin escrúpulos, (como presenciamos el bombardeo y saqueo del país africano con el nivel más alto de vida, apoderándose de su petróleo y más de U$S 200.000 millones de reservas en bancos europeos).- La moral sólo existe en primera persona. El sistema no es nadie, gente que es egoísta, echa pestes contra el egoísmo del sistema? El sistema no tiene por qué ser generoso; son ellos los que deberían serlo. Como no fueron educados en la generosidad, se excusan condenando el sistema. La empresa no conoce ningún límite ético, el empresario neoliberal, imagina una combinación de morbosidad y ambición desmedida de poder y dinero, en las personas. El perfil respetable, conservador y solemne, lo utiliza como coerción moral cuando peligran sus intereses. Presume que los actores sociales, –al igual que él- sufren la misma carencia de escrúpulos y valores, por lo que puede hacer prevalecer sus intereses sobre los derechos de los demás, de la naturaleza y de las nuevas generaciones. Es justamente porque la economía es amoral y porque la moral no es rentable que se necesita una articulación entre las dos, algo que no esté en venta, y es en ese punto donde la inmoralidad de los empresarios se cobija bajo la Ley. Mientras más lúcidos seamos sobre la naturaleza de la economía y la moral, sobre la fuerza de la economía y la debilidad de la moral, más exigentes seremos en cuanto al derecho y a la política.
Pensar en el ahora,
Implica pensar y actuar aquí, en un MERCOSUR que se va ampliando, en una Unión
Sudamericana y en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños,
sumando todas las posibilidades regionales de nuestros 33 países, y canalizando
los talentos para potenciar, la vocación y voluntad de la sociedad civil para
entender y atender las necesidades de 570 millones de habitantes, una de las
regiones económicamente más robustas en medio de la crisis mundial. Una
responsabilidad para todos los educadores en el presente 2012 de modo de
vigorizar sociedades cada vez más democráticas, cada vez más igualitarias, cada
vez más integradas a partir de valores sociales, que son el respaldo ético y
moral para la dignidad humana.-
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